Algo más de cincuenta personas pudimos disfrutar ayer de la excelente actuación de
Eva Pons a la guitarra en El taller de Feli. Al entusiasmo que sentíamos quienes organizábamos por poder celebrar el tercer aniversario del taller con la presencia de una gran amiga y música, se añadía la emoción contenida de la propia guitarrista ya que se encontraba rodeada de alumnos, amigos y conocidos.
Esta artista ha crecido y desarrollado su actividad profesional en la localidad pero nuevos retos la reclaman en otros lugares. Ayer, en el homenaje que Eva Pons quiso dedicar a la poeta africana Tolba Phanem, hubo reconocimiento y gratitud (no sé cúal sería mi canción de nacimiento si hubiese nacido en esa tribu africana* que menciona Tolba -
nota al final- pero creo que la sentí cerca en alguno de los temas que interpretó Eva). En las manos de la guitarrista fuimos llevados en volandas de Argentina a Venezuela, pasando por Brasil y España.
Llegó el final de un excelente concierto (y no lo digo yo, había varios guitarristas profesionales asistiendo al concierto -Joaquín Pardinilla, Carlos Vidal, Albert Ginestá y Jimmy J. Moore- que lo manifestaron así) y, ante la insistencia del público que se negaba a dar por concluida la velada, Eva nos obsequió con un preludio de Bach.
Gracias a todas las personas que asistieron y un agradecimiento especial a Eva Pons por su generosidad y su saber hacer y transmitir.
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Comentando los último detalles antes de abrir la puerta al público |
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Hablando con la guitarra |
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En el silencio del ensayo |
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Preferente, primera y gallinero |
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Excelente disposición por parte del público |
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La sala se fue abarrotando |
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Se hizo necesario abrir las puertas y algunos seguimos el concierto desde la calle |
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Presentación de la guitarrista |
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Presentando los temas |
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Máxima concentración |
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Un momento de intimidad entre la intérprete y su instrumento |
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Elegancia en la interpretación y en el porte |
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Entusiasmo entre los asistentes. Sonrisas por doquier.
* "Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se
interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta
que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia
vibración que expresa su particularidad y propósito. Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se
junta y le canta su canción. Finalmente, cuando el alma va a irse de éste mundo, la familia y amigos se acercan a su cama, e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición (...). En esta tribu de África hay otra
ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento
durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante,
se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un
círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.
La
tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es
el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando
reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de
hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te
la cantan cuando la olvidaste.(...) Ellos recuerdan tu
belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu
inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás
confundido. No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de
mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi
corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado".
Tolba Phanem - poetisa africana
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