lunes, 21 de mayo de 2018

Vermú flamenco. El "Niño de la fragua" con Joselito de Pura. Reseña y galería fotográfica


      En una mañana de mayo, bajo unas nubes de zinc que gruñían y amenazaban en falso con bajar hasta la tierra y soltarnos el látigo de sus hilos de plata, hemos podido escuchar la voz de Niño de la Fragua y la conversación de Joselito de Pura con su guitarra.


       Un público atento seguía con embeleso las explicaciones del cantaor acerca de los modos, la génesis, los motivos y temas del flamenco y los usos y costumbres que se acompañan con este cante, las relaciones entre las personas que lo cultivan, los lugares donde se cobija, se recoge y se expande y la forma que Niño de la Fragua tiene de entender su relación con este vehículo expresivo, esta forma de ser y estar en el mundo...

   
Joselito de Pura: sobriedad y elegancia en la ejecución, habilidad y sentimiento en el toque, virtuosismo en la interpretación y mucha emoción y sentimiento transmitidos.


    Bulerías de Jerez sonando cerca de los Pirineos.

    
La voz de Niño de la Fragua se adelgaza hasta convertirse en una aguja diamantina que se cuela por el oído y llega a la emoción hasta conmover sus fibras más sutiles.

       
Momentos de delicadeza sonora que se queda en el aire revoloteando como una abeja cargada de néctar que ha visitado muchas flores y que sueña la miel.

   
Y, de repente, se encrespa el agua. Las olas suben y arremolinan a su paso caracoles, arena y destellos. La voz se hace cresta de espuma y se va hacia arriba, te arrastra y te llena de algas y sol antes de depositarte de nuevo en la orilla...


    ...y sientes el latido del propio corazón como un compás ajeno


Y las manos que tejen notas en las cuerdas, aseguran una red bajo la cascada de timbres.    


 El colchón sonoro redondea los bordes y angulosidades del prosaico espacio sin música, y entonces salta la voz singular: la guitarra ya no es mero acompañamiento. Habla, nos interpela, nos acaricia y nos sacude.



Los silencios, tan elocuentes, tan sonoros.

 

Todo el conocimiento, el cuerpo, la mirada orquestados para seguir a la intención.

 

  Hay quien toca, hay quien acaricia.


 La sonrisa del aire.


 El batir rítmico del nacer de las olas


El aleteo casi imperceptible de las comisuras del ser


Fundirse con el aire que ya no está ni dentro ni fuera, volverse líquido, paladear la luz.


Y un recogimiento para atrapar lo cierto y poder darle forma, poder compartirlo...


        La poesía está en los ojos de un niño que a mi taller, con sus esculturas en forma de pez colgando del techo, lo llama acuario...hoy, como el agua clara que baja del monte, fluía todo en el taller y el cristal líquido de la voz del Niño de la Fragua y las olas empujadas por las manos de Joselito de Pura nos han mecido y acompañado para viajar desde las sierras prepirenáicas hasta Chiclana y Jerez de la Frontera...

        Gracias al centenar de personas que se han acercado hasta el taller desde diferentes localidades y decir que he lamentado y sentido mucho el que tantas hayan tenido que seguir el evento desde la calle al haberse superado el aforo del taller...El agua se ha desbordado.


(Fotografías cortesía de Gabriela Fernández Jentsch)

LA PRENSA SE HACE ECO DEL PASO DE NIÑO DE LA FRAGUA Y JOSELITO DE PURA POR EL ALTO ARAGÓN


Artículo de prensa en Ganas de Vivir, versión digital
 
Recortes de prensa con reseña y crítica musical del Diario del Alto Aragón 
 
 




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