Cuando después de cuatro meses sin lluvia, empieza a caer el agua sobre una feria en la calle que dura apenas seis horas, que lleva detrás un ingente trabajo de organización y que reune a gente venida desde largas distancias, es entonces es cuando se pone a prueba el humor de las personas, su talante, su solidaridad y todo aquello que de bueno tiene el ser humano.
Tendera porque atiendo, ambulante porque me muevo y artesana porque quiero.
A pesar de la lluvia, el cansancio y la lentitud de las horas sin
ventas, ahí estamos: en la calle; porque es de todos, porque es una
escuela excelente y porque nos gusta.
Gracias a la señora Ángeles por su buen humor y por cobijarnos en su patio.
Gracias Bierge.
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